viernes, 17 de octubre de 2008

Jardín de Pulpos

“No hay de que preocuparse, nada es real……. campos de fresas por siempre…”

                   Lennon

 Corría el año de 1978, mientras en la región centroamericana se comenzaban a vivir tiempos convulsionados, Mario Kempes hacía de las suyas con un balón entre las piernas y una melena al buen estilo hippie, para convertirse en el rey del futbol acelerando los corazones de los que contemplaban como Argentina ganaba el Mundial de Futbol en  su propia casa. En ese contexto un nicaragüense hacía maletas para migrar a su país vecino, el mas pequeño, El Salvador, lugar en el que con los años comenzaría a plantar su inmenso “Jardín de Pulpos”…

 Y es que  la experiencia de encontrarse rodeado por la obra de Antonio Lara, Managua 1952, es como estar en medio de un jardín poblado por personajes fantásticos; en donde nada es real pero todo es posible, tan posible como hablar con una máquina podadora que te mira fijamente a los ojos, escuchar a Elvis con cabeza de regadera, conocer a una Menina que te susurra al oído que ha extraviado su peluca o encontrarse a García Márquez leyendo una y otra vez las cartas que Minnie Mouse y Marilyn Monroe le escribieron al Coronel Buendía.

 Aunque durante gran parte de su carrera, Lara trabajó con maestría el paisaje “naif”, su obra objetual es quizá su trabajo más interesante, en él, deja ver un extraordinario sentido del humor, una muy particular visión del Kitsch y del Pop. No se advierten en él, las intenciones filosófico-consumistas del “Brillo box” de Warhol ni las pretensiones conceptuales de las máquinas aspiradoras o los “energizer rabbits” de Jeff Koons, pero si la frescura, la espontaneidad y sobre todo la claridad de quien transita por estos movimientos con sencillez y sinceridad.

 En sus manos se puede releer un televisor desprovisto de su función inicial para convertirse en el soporte ideal de una obra de arte. Resemantizar, recontextualizar, subvertir o como diría Lennon : “imaginar”,  ha sido su consigna más profunda, no solo en su trabajo sino a lo largo de toda su vida. Muchas veces le escuche decir ante las incomprendidas paradojas de la existencia: “let it be…. let it be”.

 Así es Toño y así,  quizá sea la mejor manera de aproximarse a su obra.

 

Walterio Iraheta, San Salvador, octubre de 2008

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